No me gustan las veredas, prefiero los costados. Sentir el desnivel de la tierra, embarrarme en las posas de agua en un día de lluvia... Prefiero la alfombra de hojas antes que el alquitan desgastado, monotono y matemático. Me gusta que el suelo me hable por lo bajo; sentir su figura y su aroma, dar brincos en el humedal, mirando de reojo ese cielo cubierto en los "dias no bonitos"... y de paso, dejar que las ramas bajas te saluden en la frente...
sábado, 19 de junio de 2010
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